Este fin de semana nos convocaron las cientos de aves y almas migrantes que con enorme esfuerzo y enfrentando riesgos vuelan esperanzadas cada año escapando del frío y buscando nuevos y nutrientes calores.
Así tan hermanadas y hermanados nos reflejamos en una misma
jornada entre seres vivientes que tozudamente nos damos aliento para no detener
el andar hacia un mejor y Buen Vivir, en abundancia y armonía con la Madre
Tierra.
En práctica constante del Cuidado Esencial, que
nos llena la frágil y humilde existencia, y nos permite reconocer la necesidad
que tenemos de otras y otros. De un Todo que nos sigue enseñando los misterios de
los cómo. Así nos dejamos llevar en el andar de otros Cuidadores de la Casa Común.
Esta vez, el primer día fuimos invitadas e invitados a encontrarnos
en la zona del Puerto de San Clemente del Tuyú, para junto con las tenaces y
persistentes cuidadoras de aves, las compañeras del COA de Punta Rasa, Club de Observadores de
Aves, y con Gabriel y sus compañeros Guardaparques provinciales, poder acompañar al entusiasta grupo de niñas y niños, vecinas y vecinos, decididos a
descubrir y redescubrirnos en las aves migratorias, que llegaron nuevamente este año con
esperanzas renovadas.
La llegada de las aves que migran desde el norte del
hemisferio, y recorren miles de kilómetros escapando del frío invierno, buscan
nuestros territorios para recomponer fuerzas, alimentarse, recargar energía
y celebrar junto a nuestra comunidad la Vida. Un ejemplo de tenaz esfuerzo y
trabajo colectivo, que con asombro y admiración grandes y pequeños no nos
cansamos de observar, y de ellas seguir aprendiendo. Sobre todo aprender el
daño que podemos hacer si en su trayecto o en sus paradas vitales de descanso y
alimentación, transformamos el ecosistema que las recibe, modificamos la
cantidad de agua potable, o contaminamos ríos, arrojamos plásticos y basuras, llenamos el ambiente de ruidos, depredamos nutrientes…cada intervención sin conciencia de la interacción
y el equilibrio vital y necesario, son causas de
muertes y riesgos de extinción de especies enteras, incluida la nuestra.
Al otro día, como si no hubiera quedado claro con la clase
de vida de las aves migratorias, fueron las familias de las Escuelas Hermanas
que también, en un nuevo encuentro anual, en un nuevo esfuerzo colectivo, hicieron visibles las decididas ganas de seguir
construyendo un mundo mejor, un mundo donde quepan todos los mundos. Así fue
que de distintas escuelas culturales, folclóricas y deportivas de localidades de la provincia de Buenos Aires, y del vecino país de Uruguay fueron recibidas por la comunidad sanclementina del partido de La Costa. Distintas comunidades, nacionalidades,
edades, religiones, costumbres y colores, entremezclaron sus vidas en una
diversidad de saberes y talentos que, como las aves en las playas del río y el mar, volvían a pintar una gama infinita
de voluntades, alegrías, solidaridades y entrega por el bien común; y la emoción
colmaba el lugar y volvíamos a sentir la fuerza imparable de un
Pueblo decidido a ser feliz y libre alzando vuelo las veces que sea necesario en busca de calor, cuidado y amor.
El corazón desbordó de convicción por seguir dando pelea a cualquier adversidad, cuando el repiquetear de los tambores al ritmo de los Afrodescendientes Candomberos de La Costa, movilizaron a los cuerpos que se lanzaron a compartir el baile junto a las bailarinas afroargentinas y uruguayas. Hermanadas y hermanados nos invitaron por un momento a sentir la expansiva e imparable experiencia de ser UN SOLO PUEBLO DE DIVERSOS COLORES Y NACIONES EN UN MISMO BAILE, EN UN MISMO SUEÑO. Y QUE SI DEBE MIGRAR Y LEVANTARSE LAS VECES QUE SEA NECESARIO, NO DETIENE NUNCA SU INCANSABLE MARCHA DEJANDO ATRÁS EL FRIO DE LAS INDIFERENCIAS Y DESCARTE DE LOS DEL NORTE; PARA REENCONTRARSE EN LOS CALORES AMOROSOS DE LAS COMUNIDADES QUE SEGUIMOS RESISTIENDO, CONSTRUYENDO Y DEFENDIENDO EN ESTAS TIERRAS SUREÑAS, OTRO MUNDO POSIBLE.
Nos llevamos, no solo en las retinas y los corazones estas pinceladas esperanzadoras, sino también el arte de la palabra para seguir reflexionando y multiplicando, que nos ofrendaran las escritoras que recopilaron poemas y canciones de otras y otros en un nuevo libro, que pudo llegar a las manos de Francisco Papa. Mensajes de Amor y Paz que deben seguir dándole batalla a las ideas de muerte y odio que sostienen este sistema que deshumaniza. En la contratapa, una imagen de una pintura que retrata “La Nueva Inmigración”, y nos recuerda: “Metáfora sobre cómo viajan los inmigrantes escapando de las guerras y la pobreza, intentando buscar nuevas oportunidades en otras tierras. Corridos por las guerras, la hambruna y la desesperación dejan una marca inolvidable…más aún desde la infancia. En la burbuja se puede ver que hay una búsqueda de un futuro mejor. Se observa una ciudad pujante, llena de esperanza. En las cartas el peso de la nostalgia de sus seres queridos, del desarraigo y anhelos.”
Imprescindibles piezas de Arte, Ciencia y Espiritualidad nos
han regalado estas almas migrantes incansables, estos pies y manos caminantes,
para que como Cuidadores y Cuidadoras de la Casa Común tengamos más
herramientas y conocimientos para desandar errores, curar heridas y fortalecer
musculo para continuar camino en la tarea esencial de ayudar al necesitado y
velar por la felicidad de los humildes, para que el Bien siga ganando la Batalla.
“ES HORA DE ESCUCHAR EL CLAMOR DE LA MADRE TIERRA Y EL GRITO
DE LOS POBRES”
“Tanta injusticia, tanta más crueldad.
En estas denuncias, hay hambre de bondad.
Tantos migrantes, rutas sin hogar,
nuevos habitantes fronteras por borrar
Hay que esperanzar, pariendo mundos nuevos.
Hay que esperanzar, palpando brotes nuevos.
La noche retrocede, y amanece, amanece, amanece, amanece”
(AMANECE - canción de Carlos Saracini)