Una Iglesia en salida; una Iglesia que camine a la par, que ande por nuestros barrios, por nuestros pueblos, por nuestros campos, montañas, y selvas; una Iglesia que nos invite a caminar juntas y juntos, que camine a nuestro lado y nosotros poder sentirnos parte de su caminar. Una Iglesia que hable nuestra lengua materna, que comprenda nuestra cultura como expresión de la sabiduría ancestral que el Creador nos dio. Una Iglesia en movimiento guiada por el Espíritu del Creador en un andar armonioso e inclusivo de todas, todos, de Todo. Una Iglesia Sinodal, que transforme y se transforme sabiamente en su andar predicando la "Palabra" hacia el Reino prometido, hacia la Tierra sin Mal. Una Iglesia en conversión hacia una forma de ser y vivir cada vez más "al estilo de Jesús". Una Iglesia cada vez más Pueblo de Cristo viviendo en Común-Unidad como hermanos y hermanas, alabando en la creación al Creador, y sirviendo con Amor al prójimo, sobre todo a aquellas y aquellos que más lo necesitan.
Este fue el rezo persistente en cada encuentro regional, en cada acción sinodal en la que participamos como Iglesia llamada a pensarse en este mundo que cada vez se violenta más en plena crisis civilizatoria; este es el soplo del Espíritu que impulsó cada reflexión y propuestas del Sínodo de la Sinodalidad abierto en 2021, que recorrió todos los continentes, y que concluirá en su ultima asamblea de octubre del 2024.
ADORAR Y SERVIR, esa ha de ser la reforma más decidida que necesita la propia Iglesia, expresó Francisco Papa al concluir la Asamblea de Obispos convocada a compartir debates entre los prelados con religiosos, religiosas, laicas y laicos migrantes, victimas de todo tipo de violencias, entre lenguas y culturas diversas. Obispos que mas entusiasmados o menos predispuestos, mas esperanzados o mas pesimistas, mas audaces u otros mas temerosos de perder supuestos privilegios, acudieron a una asamblea de 400 hermanos y hermanas para escuchar, orar y discernir poniendo por delante el Amor a Dios y al Prójimo sobre cualquier tentación individualista, mezquina o ventajera. Es más importante haber dado el presente en una movilización masiva mundial de millones de bautizados y bautizadas afirmando la fe en las bienaventuranzas y en un Dios misericordioso que nos llama como Padre/Madre a vivir su Amor y multiplicarlo; que cualquier individualidad fastidiada por perder cierta comodidad de la rutina, segura, conocida y jerarquizada clerical. Otro gran logro sinodal, no solo fue llamar a salir de la comodidad personal o corporativa, sino también el acercar a tiempo el Evangelio, la Palabra salvadora, sanadora, a tantas y tantos que de a miles van cayendo en la pobreza espiritual en un mundo que los descarta y los niega. El Espíritu nos movilizo, la llama volvió a encenderse en muchos corazones y hoy en este caminar juntos, somo muchas y muchos mas los llamados por nuestros nombres para dar testimonio de vida y fe ante tanta adversidad que pretende detenernos.
La COMUNION y la PARTICIPACION en el Sínodo nos ha permitido tener más presente y clara la MISION: Amar a Dios y al prójimo como a nosotros mismos, de éste mandamiento provienen toda Ley y Profetas. No debemos desviar nuestro caminar ante la hipocresía o trampas de fariseos o escribas que nos pretenden esclavos de sus castigos, deudas y amenazas, y pretenden mantener una Iglesia de museo, con mucho pasado pero poco Amar presente que nos impide ver la luz del Reino futuro.
ADORAR Y SERVIR, concluyó el Papa Francisco; pero no sin antes aclarar explícitamente a quien decidimos ADORAR y a quienes decidimos SERVIR. Sabemos que a lo largo de la historia hemos sido perseguidas, perseguidos, humilladas, violentados, encarcelados y asesinados, por multiplicar la Palabra de Jesús y demostrar con nuestras propias vidas que es posible liberarse de las ataduras de "el que nos divide" para reinar por sobre nuestras familias sometidas. Hoy, en plena guerra mundial de a pedacitos como nos alertó Francisco, cada vez es mas claro a lo que nos enfrentamos, y que el mensaje de Jesús, sus enseñanzas y su invitación a una forma austera, sencilla, comunitaria y humana de vida, es la salida al laberinto infernal en el que se pretende encerrar a la Humanidad.
Mientras se nos ofrece ADORAR al Dios Dinero, sinodalmente reafirmamos una Iglesia comunitaria que ADORA al DIOS que es AMAR (no solo es AMOR, sino que es AMOR en Acción constante), y terminar con las idolatrías esclavizantes. ¡Cómo no adorar el inmenso AMOR gratuito que se nos ofrece!
Mientras se nos exige SERVIR, consumir y producir, para una Elite que se siente superior por herencia de sangre, por capital acumulado, por riquezas saqueadas, por mayor armamento alcanzado; sinodalmente seguimos el soplo del Espíritu que nos da el coraje de oponer al Odio la Solidaridad con el y la hermana que me necesita, el cuidar al herido, alimentar al hambriento, abrigar al desamparado, y dar vuelta la tortilla una y mil veces hasta que la digna humanidad se haga costumbre. Sinodalmente nos reafirmamos en la PAZ y el BIEN, enfrentando al sistema deshumanizante en base a la GUERRA y el MAL. Nuestra MISION: Amar a Dios y al prójimo como a nosotros mismos, DESCOLONIZANDO, DEFENDIENDO y CUIDANDO.
"Quizás tenemos muchas buenas ideas para reformar la Iglesia, pero recordemos: adorar a Dios y amar a los hermanos con su amor. Esta es la grande y perenne reforma". "Servir a los descartados y evitar conductas que imiten el estilo de los fariseos del Evangelio". "Nosotros, discípulos de Jesús, queremos llevar al mundo otro fermento, el del Evangelio. Dios en el centro y junto a Él aquellos que Él prefiere, los pobres y los débiles.”, reflexionó en voz alta Francisco hacia el cierre de la Asamblea sinodal de éste año.
- “El camino sinodal es una invitación a ser campesinos de la fe; esto nos exige aprender verbos nuevos: esperar sin desesperarnos, regar lo necesario para cada clase de plantas, perseverar sin cansarse, seguros que somos guiados por el Espíritu”.
- "Un desafío está en abrir los espacios, poner los medios y generar formas para la participación efectiva de las mujeres en las instancias de discernimiento y decisión. “La participación de las mujeres es profecía, es un factor de esperanza".
- "Estamos convencidos que “el gran horizonte es el discernimiento de un nuevo modo de ser Iglesia desde el encuentro con Cristo como camino para la comunión, participación y misión con una clara conversión pastoral que refleje el querer vivir en sinodalidad en todos sus ámbitos, hasta que la sinodalidad se nos convierta en un estilo de vida."
- "La dinámica será “aprender a escuchar, a escucharnos y sobre todo a escucharnos con profundidad, porque cuando escuchamos a la otra persona con profundidad (atención plena) toca, remueve nuestro ser y exige transformar actitudes, cambiar modos de relación y pasar al diálogo” Ciertamente que ya hay avances desde nuestra región que provienen de la experiencia del trabajo sinodal continental: asociando el ver con el escuchar, contemplar; el juzgar con el discernir, interpretar; y el actuar con el proyectar, responder."
- “El horizonte más claro que se abre es el desafío de la evangelización en la diversidad. El cómo ser discípulos misioneros en medio de la diversidad de contextos, de situaciones y de la complejidad del mundo”. Urge “atender a los sujetos de la evangelización, respetando su cultura, invitándolos a participar, acercándose a su manera de vivir y entendiendo su visión del mundo”.
- “El mundo necesita una ‘Iglesia en salida’ que rechace la división, que vuelva su mirada a la humanidad y le ofrezca, más que una doctrina o una estrategia, una experiencia de salvación, un “desborde del don” que responda al grito de la humanidad y de la Madre Tierra”
- "Nuestro pueblo creyente, espiritual y afectivamente mariano desde sus orígenes guadalupanos y en todas sus expresiones locales, siente y sabe que “hay un estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia. Porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y el cariño."
"PARA CONTINUAR EL VIAJE
¿A qué podemos comparar el reino de Dios, o con qué parábola podemos describirlo?” (Mc 4,30).
La Palabra del Señor es anterior a toda palabra de la Iglesia. Las palabras de los discípulos, incluso las de un Sínodo, son sólo un eco de lo que Él mismo dice.
En una semilla que cae en la tierra, Jesús ve representado su destino. Aparentemente una nada destinada a pudrirse, pero habitada por un dinamismo de vida imparable, imprevisible, pascual. Un dinamismo destinado a dar vida, a convertirse en pan para muchos. Destinado a convertirse en Eucaristía.
Hoy, en una cultura de la lucha por la supremacía y obsesión por la visibilidad, la Iglesia está llamada a repetir las palabras de Jesús, a revivirlas con toda su fuerza.
“¿A qué podemos comparar el reino de Dios, o con qué parábola podemos describirlo?”. Esta pregunta del Señor ilumina el trabajo que ahora tenemos por delante. No se trata de dispersarnos en muchos frentes, siguiendo una lógica eficiente y procedimental. Se trata más bien de captar, entre las muchas palabras y propuestas de este Informe, lo que aparece como una pequeña semilla, pero llena de futuro, e imaginar cómo entregarla a la tierra que la hará madurar para la vida de muchos." (Fragmentos. Roma, 28 de octubre de 2023, Fiesta de los Santos Simón y Judas, Apóstoles)